Si algo bueno nos devolvió el 2020 fue el tiempo y poder re-descubrir la pasión por la lectura. ¿Y por qué no compartirlo con vosotros? Así que aquí va la primera entrega de una nueva sección dedicada a los libros y a los viajes 🙂 Avisamos que empezamos fuerte y, con suerte, muy bien: Americanah es un libro que nos hace viajar a Nigeria, Estados Unidos e Inglaterra.
Es el primero que leo de Chimamanda Ngozi Adichie, pero estoy convencida de que no será el último. Con su forma de escribir sencilla y entretenida, esta autora consigue que temas tan complejos como la “inmigración” y “la raza” sean comprendidos por cualquiera y, al mismo tiempo, sabe como generar dudas y reflexiones que nosotros, desde el privilegio blanco, quizás ni siquiera nos habíamos planteado. Y puede que muchos negros tampoco.
“Yo vengo de un país donde la raza no era motivo de conflicto; no pensaba en mí como negra, y me convertí en negra precisamente cuando llegué a Estados Unidos”
Ubiquémonos en el espacio y en el tiempo: Lagos, mediados de los’90. Ifemelu, nuestra protagonista, disfruta de una vida de lo más tranquila, en una familia de clase media, con un buen número de amistades y un amor apasionado con Obinze. El problema es que esa aparente normalidad se dirige cada vez más hacia una trampa sin salida, pues en Nigeria gobierna una dictadura militar, con todo lo que conlleva. Long story short: los que pueden, deciden salir del país y estudiar en el extranjero. Así empieza la historia de Ifemelu en Estados Unidos, una historia que revolucionará su vida, su personalidad y su identidad.
Pierde, o mejor dicho, corta el contacto con Obinze (de quien, paralelamente descubriremos una nueva vida en Inglaterra) y tras no pocas dificultades iniciales, las cosas parecen encauzarse para ella: abre un blog que titula “Raza o Curiosas observaciones a cargo de una negra no estadounidense sobre el tema de la negritud en EEUU” que le lleva a cosechar un discreto éxito. Gana una beca, vuelve a encontrarse con el amor (no una, sino dos veces) y aún así, cuando todo parece haber asumido unos aires de “normalidad”, descubre que aquel no es su sitio. El ¡Eureka! le viene de Facebook, cuando viendo las fotos de sus antiguos amigos de Lagos, decide volver a Nigeria.
“Contemplo fotografías de esos hombres y mujeres y sintió el dolor sordo de la pérdida, como si ellos le hubiesen abierto la mano por la fuerza y le hubiesen arrebatado algo que no era suyo. Vivían la vida de ella. Nigeria se convirtió en el lugar donde debía estar, el único sitio donde podía hundir sus raíces sin el incesante anhelo de arrancarlas y sacudirse de la tierra”.
Y vuelve a casa. Y deja de “ser” negra.
“Tengo la sensación de que dejé de ser negra nada más apearme del avión en Lagos”.
No quiero destripar nada más de la trama, pero solo déjame contarte algo sobre el título del libro: “Americanah” es el termino que los nigerianos asignan a aquellos compatriotas que, tras pasar un periodo más o menos largo en Estados Unidos, regresan con un nuevo acento, aires de grandeza o con demasiadas pegas.
“La palabra “americanah”, envuelta en jolgorio, la cuarta silaba prolongada, y por recuerdo de Bisi, una chica del curso por debajo a ellas que había regresado de un corto viaje a EEUU con peculiares afectaciones, fingiendo que ya no entendía el yoruba, añadiendo una erre arrastrada a cada palabra que pronunciaba en inglés”.
El término es irónico, tiene un aire de guasa, como si quisiera tomar el pelo a aquellos que, por el simple hecho de haber visto “otro mundo”, se creen mejores que los que se quedaron.
“Lagos no ha sido nunca, no será nunca, ni ha aspirado nunca a ser como Nueva York, ni como ningún otro lugar, dicho sea de paso. Lagos siempre ha tenido indiscutiblemente su propia identidad, pero eso uno nunca lo sabría en una reunión del Club Nigeropolitano, un grupo de jóvenes retornados que se dan cita todas las semanas para lamentarse de las numerosas diferencias entre Lagos y Nueva York, como si alguna vez Lagos de hubiera asemejado un poco a Nueva York. Una confesión: yo soy una de ellos. Casi todos nosotros hemos vuelto para ganarnos la vida en Nigeria, para abrir negocios, para buscar contratas públicas y contactos. Otros han venido con sueños en los bolsillos y un afán de cambiar el país, pero nos pasamos la vida quejándonos de Nigeria, y aunque nuestras quejas sean legítimas, me imagino a mi misma como observadora externa diciendo: ¡vuélvete por dónde has venido!”
A lo largo de 500 páginas nos pondremos en la piel, nunca mejor dicho, de Ifemelu (con Obinze, no sé porque, no conseguí empatizar tanto) y descubriremos cómo el pelo afro es la perfecta metáfora de la raza en EEUU…
“¿Os habéis fijado alguna vez en cómo aparecen las mujeres negras en los programas de belleza en la televisión? En la foto fea de “antes” la negra sale con su pelo natural (áspero, acaracolado, crespo o muy rizado), y en la foto bonita de “después”, alguien ha cogido un metal caliente y le ha alisado el pelo a fuerza de chamuscárselo. Algunas mujeres negras, NE* y NNE*, preferirían correr desnudas por la calle antes que mostrarse en público con su cabello natural”. *NE = negro estadunidense, NNE= negro no estadunidense
… o que en Estados Unidos no hay racistas…
“En EEUU existe el racismo pero han desaparecido todos los racistas. Los racistas son cosa del pasado. Los racistas son los blancos malévolos de labios finos que salen en las películas sobre los tiempos de los derechos civiles. He aquí la cuestión: la manifestación del racismo ha cambiado, pero el lenguaje no. Por consiguiente, si no has linchado a alguien, no se te puede tachar de racista. O tal vez simplemente ha llegado el momento de descartar la palabra “racista”. Buscar algo nuevo. Como Síndrome del Trastorno Racial. Y podrían definirse distintas categorías para quienes padecen ese síndrome: leve, medio y agudo”.
… o como un negro de éxito deja de ser negro…
“Si gana (Obama) dejará de ser negro, igual que Oprah ya no es negra, es Oprah, y por lo tanto puede ir a lugares donde se desprecia a los negros y a ella no le pasa nada. Él ya no será negro, será solo Obama”.
Como consejo final te recomiendo echar un vistazo a la charla TED que Chimamanda dio acerca del peligro de la historia única.
Lo dicho: Americanah es un libro que me cautivó desde la primera línea y me hizo reflexionar bastante y más en estos tiempos de “black lives matter”… queda mucho camino por recorrer.
“Para ti, la raza en realidad no existe porque nunca ha sido una barrera. Los negros no tienen esa opción. Un negro en una calle de Nueva York no quiere pensar en la raza, hasta que intenta parar un taxi, y no quiere pensar en la raza cuando va al volante te su Mercedes por debajo del límite de velocidad, hasta que un poli le da el alto”.
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